Entrevista al historiador Enrique Tudela Vázquez

Presentado el libro ‘Nuestro pan. La huelga del 70’ en el que se recogen testimonios del verano en el que murieron tres albañiles

Andrea G. Parra

Ideal // 02 de julio de 2010


Enrique Tudela Vázquez (Granada, 1979), licenciado en Historia por la Universidad de Granada, recoge en un libro, que ha titulado Nuestro pan. La huelga del 70 (Editorial Comares) los testimo­nios de algunos de los protagonistas del fatídico verano en el que perdier­on la vida tres albañiles. Tudela, que está empeñado en que se conozca la historia social, reflexiona en esta ent­revista sobre las particularidades de Granada.

– El título del libro Nuestro pan. La huelga del 70. ¿Por qué? ¿Por qué ahora este libro?

– Lo de ‘nuestro pan’ lo puse en relac­ión con la reivindicación básica que tuvieron los trabajadores en aquel momento. No fueron tanto reivin­dicaciones políticas, de una exigenc­ia de una democracia, como muc­has veces se ha manifestado, porque realmente la huelga sucedió en un periodo bastante anterior a todo lo que fueron las movilizaciones de la Transición, sino que fueron reivindicaciones concretas las que hicier­on los trabajadores. Tenían que ver con sus condiciones de vida. Exigencias de un mayor salario, unas mejores condiciones, de poder ejer­cer su trabajo con mayor dignidad. Por eso quise enfatizar la idea de nuestro pan. Lo que sacó tanta gent­e a la calle en aquel verano de 1970 fueron reivindicaciones concretas que tenían que ver con las malas condiciones de vida de los trabajadores de la construcción.

– En el libro ha recogido testimo­nios de protagonistas de aquellos acontecimientos. ¿Con quiénes ha hablado?

– He podido hablar con bastantes per­sonas, fundamentalmente, con aquellas que tenían un compromi­so político. Me hubiera gustado po­der acceder a testimonios de traba­jadores, más de base, pero… Hay testimonios de gente que pertenecía a la HOAC, PCE y CCOO. Una obra que fue fundamental y que me inspiró mucho para hacer este libro fue también un libro que se llama Curas obreros en Granada, que fue publicado hace unos años y recoge cuatro historias de vida, testimonios en primera persona de curas obreros de la construcción. Me dirigí a tres de las personas que participaron en aquel libro para pedirles que profundizaran en los dos acontecimientos básicos para mí: uno es la huelga del 70 y el otro es el movimiento veci­nal que surgió en el barrio de la Virgencica.

– ¿Qué aportaciones y qué va a sorprender más a los lectores?

– No sé si hago aportaciones muy reveladoras. He profundizado más en la relación que existió entre el movimiento vecinal del barrio de la Virgencica y el movimiento obrero del sector de la construcción. Ha sido en el sentido de que aquella huelga fue asamblearia. Eso es importante decirlo. Por lo cual los mecanismos por los que se llegó a esa decisión fue­ron muy democráticos. Y ya se llevaban haciendo de manera destacada en el barrio de la Virgencica.

– ¿Hay que recuperar la historia para que no se repita?

– Lo ideal es que cosas tan trágicas como aquellas no se repitan. Hay que recuperar la historia fundamentalmente para que se sepa que en Gra­nada se ha luchado y se ha luchado por cosas dignas. Y por las que en un momento dado merece la pena se­guir luchando si se considera que no se han cubierto los objetivos.

– En la actualidad se critica que la sociedad granadina no se movili­za. ¿Está de acuerdo?

– Para entender Granada hay que en­tender su historia. Granada fue una ­ciudad que sufrió mucha violencia política a lo largo del siglo XX. La vio­lencia en Granada ha tenido una re­lación muy directa con causas políticas. Y esas causas políticas funda­mentalmente han sido movilizaciones del mundo del trabajo tanto en los años treinta como en los seten­ta. En Granada se ha luchado mucho, pero lo que pasa es que en Granada se ha perdido mucho también. Ha sido muy derrotada políticamente y económicamente. Es una tierra de emigración y es una tierra donde ha habido un subdesarrollo económico en relación con otras partes de España. Eso ha hecho que muchas gen­tes tuvieran que emigrar e irse de Granada.

– ¿Se conoce suficiente la histo­ria social de esta ciudad?

– Hay buenos trabajos -investigacio­nes-, pero queda mucho que cono­cer. A través de las vidas de las personas se puede conocer mucho de lo que ha pasado en esta ciudad. Creo que queda mucho por hacer. A veces me da la sensación de que en Granada se conocen mucho unas cosas, pero de otras no se habla tanto. No se habla mucho en Granada de la historia de Granada o al menos de determina­das cosas.

– Por ejemplo, el monumento que hay recordando a los obreros de la construcción, ¿pasa un poco desapercibido?

– Tampoco existen placas que recuer­den exactamente lo que pasó. En otras ciudades cargadas de historia sí se encuentran placas conmemora­tivas o explicativas donde se puede conocer lo que pasó.

– ¿La sociedad granadina ha reco­nocido suficientemente a los albañiles fallecidos?

– Se han hecho muchos homenajes y buscando en la prensa he visto que los homenajes se remontan a mucho tiempo atrás. Estas tres muertes fueron muy lloradas y muy sentidas. Realmente fue una tragedia y nadie esperaba que eso pudiera pasar. Fue un enfrentamiento muy violento. Las dos partes se agredieron mutua­mente, lo que pasa es que la corre­lación de fuerzas era abrumadora­mente superior por parte de la policía por los recursos que tenía, que eran las pistolas. Los demás tenían piedras. El mejor reconocimiento que se le podía hacer a estas perso­nas, creo que sería mejorar las con­diciones de trabajo en el sector y que los convenios fueran siempre me­jorando, porque por eso se luchó y por eso murieron.

– En septiembre habrá una huelga general… ¿Qué opina?

– Lo que opino es que las deman­das no han sido satisfechas y eso es algo estructural. Es el resultado de la Transición. Digamos que deman­das más políticas que hubo ha ha­bido muchas que sí se lograron como fue la legalización de partidos, sindicatos… pero las deman­das de base, que tienen que ver con mejorar las condiciones laborales, acabar con el paro… eso no se ha cumplido. El descontento es gene­ral porque siguen existiendo mu­chos motivos… Creo que las deman­das básicas no han sido satisfechas.